Año: 2014
Guión: Robbie Morrison
Dibujo: Charlie Adlar
Género: Histórico - Bélico
Escaneo: JBabilon5 (CRG)
Archivos: 1
Tamaño: 21 MB.
Formato: Cbr
Gracias a Comicalt.blogspot por este excelente cómic. A mediados de 2013 y cercano al Centésimo Aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial, el guionista, Robbie Morrison, buscaba alguna idea para algún cómic más bien histórico. Por esa misma fecha el dibujante, Charlie Adlar, lo llamó para mostrarle una nueva técnica de dibujo: trazo en carboncillo sobre cartulina gris. La idea era muy artística, quizás demasiado para un cómic común, pero ideal para una historia trágica, algo más bien histórico. Adlar le planteó a Morrison la idea de narrar alguna historia sobre la Gran Guerra y éste, se dedicó a buscar y estudiar la mayoría de los datos históricos que le permitieran hacer un buen guión. Al leer y ver el resultado creo que cumplió con creces.
En septiembre de 2013, quinientas personas asisten a un funeral de dos jóvenes, de 17 y 18 años, en la localidad montañesa de Peio. Los fallecidos eran austríacos y no murieron de un accidente, sino, de impactos de bala en la cabeza. Tampoco era un homicidio, pues habían fallecido casi 100 años atrás, como soldados del Ejército del Imperio Austro-Húngaro, durante la Primera Guerra Mundial. La Gran Guerra. La Guerra que pondría fin a todas las guerras.
Durante cuatro años, este conflicto bélico asoló Europa. Estadistas y generales, alejados de los derramamientos de sangre, enviaron a la muerte a millones de soldados anónimos en batallas que se caracterizaron por su insensatez y futilidad.
El Frente Italiano se extendía a lo largo de la frontera que separaba Italia del Imperio Austrohúngaro. Las principales batallas se libraron en dos regiones montañosas que, históricamente, Italia le reclamaba a Austria, el Tirol Cisalpino y los Prealpes Julianos, junto al río Isonzo. Italia (aliada con Gran Bretaña y Francia) y el Imperio Austrohúngaro (una de las llamadas Potencias Centrales) se trabaron en un conflicto estratégico similar a la guerra de trincheras, solo que en las traicioneras alturas de las cadenas montañosas de Trento, de los Dolomitas y de Caporetto; sierras de roca que cortaban los uniformes y el equipo como cuchillas, donde las trincheras (como tumbas) se excavaron en el hielo y donde los elementos eran un enemigo tan formidable como el bando rival.
Ningún arma era tan temida entre los jóvenes reclutas de ambos ejércitos como la Muerte Blanca, estruendosos aludes causados deliberadamente a cañonazos que lo arrasaban todo a su paso, dejando unidades enteras sepultadas bajo la nieve, donde se moría por congelamiento o por asfixia. Eso sin contar los ataques rivales, los asaltos infructuosos a las trincheras enemigas; evitar las balas de rifles y ametralladoras; rogar no ser alcanzado por una granada y saber luchar cuerpo a cuerpo para no morir a manos de una bayoneta...
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