Luego de que el emperador Tito mandara destruir Jerusalén, un grupo de rabinos que escaparon se reunieron en Yamnia y con los textos rescatados fijaron el “Canon Palestinense”, que omitió algunos libros que sí se encuentran en el Canon Alejandrino.
Cuando los Apóstoles empezaron a predicar el Evangelio utilizaron la Biblia Septuaginta, ó de los LXX, porque como se encontraba en griego era más adecuada para enseñar a los gentiles, considérese que en ese tiempo el griego era la lengua universal.
Cuando san Jerónimo tradujo la Biblia del griego al latín en el siglo IV D.C. Tomó el canon Alejandrino para el Antiguo Testamento, pero los libros que se encontraban en el Palestinense, por estar escritos en hebreo, los utilizó para traducirlos directamente al latín. A estos se le llamaron “protocanónicos” de primer canon, porque se creía que por estar en hebreo eran de una versión más antigua que los que se encuentran en griego. Y a los libros que no tenían su versión en hebreo (los de la Septuaginta) los tradujo desde el griego y se le llamaron libros “deuterocanónicos”.
Cuando Lutero traduce su biblia al Alemán en 1522 si bien incluyó los libros deuterocanónicos, como no tenían una versión en hebreo, los consideró apócrifos, y en consecuencia las biblias de los disidentes (protestantes) dejaron de incluirlos. Bajo la percepción de ellos, si no tenían versión en hebreo, no podían ser originales. Y curiosamente, la doctrina católica de la existencia del purgatorio se fundamenta en el libro de II de los Macabeos (Cap. XII).
Los textos deuterocanónicos son los siguientes,
El Libro de Tobías o Tobit
El Libro de Judit
Las "adiciones griegas" al Libro de Ester
El Libro de la Sabiduría
El Libro del Eclesiástico, Sirácida o Sirácides
El Libro de Baruc
La Carta de Jeremías (Baruc 6)
Las "adiciones griegas" al Libro de Daniel
La Oración de Azarías (Daniel 3:24-50)
El Himno de los tres jóvenes (Daniel 3:51-90)
La Historia de Susana (Daniel 13)
La Historia de Bel y el Dragón (Daniel 14)
El Libro I de los Macabeos
El Libro II de los Macabeos
Muchos años después, ya en el siglo XX, se encuentran los escritos del mar Muerto en Qumrán, antiguos rollos de papel que contenían versiones de algunos libros deuterocanónicos en hebreo y también de algunos protocanónicos, de manera que se comprobó que la biblia Septuaginta era más antigua que el canon Palestinense, y que su versión en griego de los protocanónicos era más confiable que la misma versión hebrea actual.
Antes de que se encontraran, no obstante, los rollos del mar Muerto, un sacerdote jesuita chileno alemán, Guillermo Jünemann tradujo la Biblia de los LXX directamente al castellano en 1928, y fue la primera traducción de ésta al castellano sin pasar por el latín. Y su traducción la hizo de forma literal, queriendo demostrar que el castellano era el idioma moderno más flexible en cuanto al orden de las palabras.
Por lo tanto podría decirse que una de las versiones más confiables de la Biblia en castellano es la del padre Jünemann, que incluso sirvió de herramienta para la que más tarde compondría mons. Straubinger.
Guillermo Jünemann Beckschaefer o Wilhelm Jünemann Beckschäfer (Welwer, Westfalia, 28 de mayo de 1856 - Tomé, Concepción, 21 de octubre de 1938), sacerdote católico, escritor, helenista, crítico literario y traductor germanochileno, autor de la primera versión bíblica completa traducida en América, y única traducción del griego al castellano del texto del Antiguo Testamento de acuerdo a la versión griega de los Setenta, la Biblia Septuaginta, que es reconocida por las comunidades de estudiosos como la forma más antigua conocida del texto del Antiguo Testamento, incluso más antigua que el actual texto masorético hebreo-arameo, el cual es varios siglos más reciente (comentario de Cerberus en el blog Crux et Gladius, cruxetgladius.blogspot.com).
P.J. Wilhelm Junemann |
Aunque nacido en Alemania, a los ocho años emigró a Chile con sus padres Friedrich Jünemann y Christina Beckschäfer junto a sus tres hermanos y allí concluyó su vida. En 1871 fue a Santiago para estudiar en el Colegio San Ignacio y dos años después ingresó al Seminario Conciliar de Concepción, donde destacó en lenguas clásicas. Tras los estudios de filosofía y teología se ordena presbítero en 1880; trabaja como profesor de lengua y literatura y fue sacerdote de la archidiócesis de Concepción. Traduce la Ilíada de Homero en verso (Concepción, 1922), y hacia 1920 emprende la traducción del Nuevo Testamento directamente del griego, y continúa con el Antiguo Testamento, usando como fuente la edición de Henry Barclay Sweete de la Biblia Septuaginta o de los LXX; resulta así que realizó la primera traducción completa de la Biblia hecha en América, ya sea en castellano, o en cualquiera otra lengua.1 Terminó en 1928, el mismo año que publicó el Nuevo Testamento (Concepción, 1928), aunque el Antiguo Testamento quedó inédito hasta 1992. Su traducción es muy literal, incluso en el orden de palabras, que no restringe el hipérbaton, y de rico vocabulario. Utilizó como texto la antigua versión griega de los LXX, conocida también como Septuaginta; fue un trabajo inmenso; que definió él mismo así:
«Obra de mi vida entera, puedo llamar a esta versión por su magnitud, sus dificultades, la enorme suma de estudios previos. Con la más rigurosa fidelidad la he hecho, y para probar a la vez la superioridad del castellano sobre todos los idiomas modernos en cuanto a la elasticidad sintáctica.»
Jünemann era un buen helenista y lector impenitente de San Juan Crisóstomo, cuyos escritos eran su lectura predilecta. Escribió además varias antologías e historias de la literatura española y universal, en que se mostró demasiado estrecho de miras, y colaboró en diversas revistas críticas, como por ejemplo la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. También redactó una extensa autobiografía, que apareció póstuma (biografía tomada del blog Crux et Gladius, cruxetgladius.blogspot.com).
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Biblia Septuaginta - P.J. Junemann
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